viernes, 16 de marzo de 2012

Una maldición necesaria por Lucía Sorín

[ Entrevista ]

Liliana Díaz Mindurry
Una maldición necesaria por Lucía Sorín
http://www.evaristocultural.com.ar/mindurry.htm

Una tarde en la casa de Liliana Díaz Mindurry. La escritora habla con calma, le importa lo que dice, tiene qué decir. Escucharla no es un paseo amable por una playa que no existe. Al igual que sus libros, ella habla desde la incomodidad del escribir, nos invita a pensar la literatura incómodamente también. Se respira el compromiso. Se respira lo indecible que la inquieta. Se respira el camino interminable de su mal-decir.
Conversar con Mindurry genera el placer de quien despierta en la pregunta y permanece.


Evaristo Cultural: ¿En qué momento surge la voz particular de Liliana Díaz Mindurry? ¿Hay una obra fundante?

Liliana Díaz Mindurry: Sí, en determinado lugar de la escritura uno siente que encuentra la voz propia. Esta voz no tiene por qué ser la personalidad exactamente de uno, sino el estilo, el modo de decir, donde uno se encuentra cómodo. Yo tengo una serie de primeros libros de tanteo. Me parece que si tuviera que ir a lo más antiguo, donde empiezo a sentir que algo tiene más que ver conmigo, sería En el fin de las palabras, un libro que publiqué en el año 90.


En Resplandor Final: “lo que diga no es eso. Ya se sabe. Y nunca será eso. Ni antes ni después. Había dos, no es cierto, / la noche estaba cerca, no es cierto, / nada de lo que diga es cierto, pero la noche estaba cerca”. Pareciera que partís de la mentira, como si ya supieses que la batalla del lenguaje está perdida de antemano.

Creo que más que partir de la mentira yo parto de la incerteza. Parto del hecho de que cuando uno dice no dice exactamente lo que quiere decir, y que tampoco sabe lo que quiere decir; y que por más que uno de vuelta el lenguaje, decir una cosa o lo contrario, o no decir, lleva siempre a la misma sensación. Sí, sensación de batalla perdida, de que el lenguaje tiene un límite.
Entonces uno dice y desdice, y en ese decir y desdecir recién está empezando a encontrar lo que quiere decir. Porque nunca entiendo que una cosa es la verdad; sino eso, y lo contrario. La batalla es infinita porque no hay unidad, y porque yo empiezo por creer que la voz literaria es una voz múltiple, una voz que contiene los múltiples yoes de uno, los múltiples modos de encarar cualquier hecho. En este sentido creo también lo que decía Onetti, que los hechos en sí no tienen importancia, sino lo que contienen o cargan. Entonces, el hecho y su contradicción, y la negación del hecho también -que sería la tercera forma de cortar el discurso- contienen la batalla del lenguaje que no puede acabarse nunca, pero en eso radica justamente su interés.